¿Cómo reconocer una crisis de lactancia?
Se puede estar ante una crisis de lactancia cuando tu bebé comienza a comportarse de forma irregular o a dar señales de estar insatisfecho.
Un recién nacido es un pequeño ser humano que no permanece mucho tiempo en una sola etapa, como es lógico.
Después de nueve meses de desarrollo más o menos tranquilo durante el embarazo, parece tener prisa por crecer y por necesitar más alimento para mantener el ritmo de crecimiento.
Si se trata de tu primer embarazo, es más que probable que cualquier cambio en el patrón de alimentación del bebé te produzca ansiedad y nerviosismo.
Un recién nacido acostumbra a pedir pecho con mayor frecuencia durante las primeras semanas, pero luego cambia el ritmo, comiendo en menos ocasiones. Esto no significa que se esté alimentando en menor proporción, sino que lo está haciendo de forma más eficiente.
Señales que anuncian una crisis de lactancia
Estos eventos que a menudo se califican como crisis de lactancia, son en realidad cambios que se producen con el crecimiento, y se dan al menos en cuatro ocasiones: a los 15 días de nacido, a los 45 días, a los 3 meses y al cumplir un año.
¿Cómo reconocer una de estas crisis o brotes de crecimiento?
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Entre los 15 y los 20 días después del parto se manifiesta la primera crisis: el recién nacido comienza a pedir pecho con más frecuencia, casi cada media hora, y solo se calma cuando está mamando.
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Al mes y medio después del parto va a parecer estar incómodo y va a comenzar a pellizcar los pechos, a apretar y estirar, y puede arquearse molesto.
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La tercera crisis puede ser más larga que las otras. El bebé comienza a comer menos, a veces rechaza el pecho y se enfada, y hace ruidos cuando está mamando.
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En la cuarta el niño parece perder interés por los alimentos que ya está comiendo y aumenta la demanda de pecho.
Recomendaciones para superar una crisis de lactancia
Lo primero es entender que el recién nacido está bien y que tú no lo estás haciendo mal, y que las crisis de lactancia son en realidad brotes de crecimiento, cambios en el ritmo de la alimentación.
No intentes “disciplinar” al bebé y dale pecho cada vez que pida. Suena extraño, pero el recién nacido sabe lo que hace: la presión que ejerce a los 15 días hace que tú produzcas más leche y él se alimente mejor.
A los 45 días, las necesidades del bebé cambian y la leche lo hace también, adquiere un sabor distinto que el bebé tarda en reconocer y aceptar, pero una vez que se acostumbra verás que regresa al ritmo habitual.
A los tres meses va a parecer que se está alimentando menos, pero no es así, es solo que ha aprendido a vaciar el pecho más rápido, y tiende a distraerse más porque su vista y oídos tienen mayor alcance. Puede ser un período agotador, pero vale la pena seguir con la lactancia.
Al año, el niño parece perder interés por los alimentos exteriores, pero es por un período corto, ya que a partir de los 15 meses volverá a comer y mamar con la misma intensidad.
No dejes de apostar por la lactancia materna, y tampoco dejes de consultar con tu pediatra ante cualquier duda que te pueda surgir.
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